viernes, 14 de junio de 2019

Militante



— Femicidio es poco, la mina tenía agujeritos en todo el cuerpo, parecía una traviata —declaró a la policía el chico del reparto que había encontrado el cuerpo de la joven mujer. La inspectora Ramos al tiempo que miraba el vídeo corrigió de forma automática la palabra 'feminicidio' en su cabeza, mientras untaba con queso cremoso una galletita traviata.
Aldana Unzue era una chica común, autodefinida como militante feminista, con 18 años apenas había terminado la secundaria y con su convicción se sentía dueña del mundo. Con su pañuelo verde atado en la muñeca y otro en la mochila participaba de las frecuentes manifestaciones e incluso convocaba y coordinaba estas desde su facebook. Teléfono con aplicaciones de edición lleno de selfies, un aceptable desempeño escolar, buena familia y ahora un cadáver frió y desangrado. Después de los disparos su chico del momento había filmado como la ultrajaba aún con vida, como la remataba estrangulándola con su propio pañuelo verde y como luego profanaba el cadáver con múltiples puntazos con un cuchillo de cocina común, de los de sierrita. Dejó el cuerpo sobre la misma cama manchada de sangre, y tiró una memoria USB conteniendo el video sobre la almohada para que lo encontraran. Luego había escapado, no aparecía en las cámaras de la entrada pero en el amarradero del country entraban y salían todo tipo de embarcaciones a toda hora, Leopoldo Peralta podía estar en cualquier lugar del río, de orilla a orilla.
Desde el comienzo de los movimientos feministas hacía cuatro años ya, los asesinatos —ahora recalificados feminicidios— se sucedían con más frecuencia y mayor violencia.
Alcanzaban las primeras planas hasta que la próxima víctima les quitaba espacio de prensa. En este caso, la inspectora Ramos no tenía dudas de quien del departamento lo había filtrado a la prensa, por un buen precio. No pensaba hacer nada al respecto, no afectaba la investigación porque claramente Peralta se hacía responsable del hecho. Una persona entre muchas, que participaba en las marchas y se hacía amigo de las que se manifestaban, que mostraba su mejor cara y luego las asesinaba a sangre fría. Este mes ya eran cinco. Un contramovimiento que cuestionaba el despertar de los nuevos tiempos, o al menos la forma en que se mostraban estos tiempos. Cinco en un mes, cinco asesinos diferentes sin encontrar, mismo modus operandi. 
Un mismo mensaje de violencia e impunidad. Era imperativo descubrirlos y detenerlos. 
Estaba anocheciendo, el caso tendría que esperar al día siguiente. Llamó a su hija al celular, no contestaba. Un mensaje en su whatsapp: Hoy iba a la marcha.


viernes, 7 de junio de 2019

Tiempos




Eran tiempos de luz, de renacimiento. 
Tiempos de magia y de conquista. Fue cuando la encontré, una sonrisa de estrellas, unos ojos profundamente obscuros, unos besos de fuego.
Y me arrastró con ella a su oscuridad.



martes, 4 de junio de 2019

Per aspera




Cerrás los ojos y no ves, la luz no está.
Y al abrirlos en vez de brillar se oculta, se apaga
Hay días de pérdida, de tristeza, de oscuridad. Momentos escasos de luz, de risa.
En el cielo nublado no se alcanza a ver las estrellas, no hay una guía.
El camino desaparece, no hay un destino, la ruta se hace gris y amarga.
Un faro que guíe mi destino, que la voluntad no falle.
El mar son nubes reflejadas que ocultan olas y brillo de estrellas, estelas cubiertas de espuma que esconden anhelos y esperanzas, la fuerza de avanzar se agota.
Las piedras en el camino son montañas, un abismo sin fondo ni salida, las ganas perecen entre lágrimas. Caemos de rodillas, en un desierto vacío de sonrisas.
Y nos ponemos de pie.
Miramos adelante, de frente a la nada.
Y volvemos a ponernos en marcha.