martes, 28 de abril de 2020

El arma final




¿Ahora que necesitas? — preguntó el cuervo mientras se acicalaba con el pico su plumaje arcoíris.
Completar los ingredientes del hechizo único que acabo de crear para poder lograr el arma perfecta —respondió la bruja primigenia.
Necesito me traigas algunas cosas que existen y otras que no, pero que están escondidas en la canción de la Creación que están cantando en este momento, la canción que nos aleja y nos condena al olvido. Necesito cosas del pasado y del futuro, y de un futuro probable incluso. Cosas que están naciendo y momentos que mueren.
¿Podrías acaso ser más específica?
¡Pájaro horrible! Cuando te envíe a la Tierra con el arma vas a ir disfrazado de tristeza infinita y de noche sin estrellas como te escuche responderme así otra vez. Ahora no pierdas detalle, para mi venganza contra el creador del mundo que me apartó de su camino, necesito:
o Brasas encendidas de un volcán en erupción
o Hierro de una mina abandonada del inframundo, y carbón del corazón helado de un asteroide, para forjarla
Entonces esperaré a que el color de la mezcla cambie de ser el de un rayo de sol, al de un atardecer púrpura de metano. Cuando llegue al color envenenado de una manzana de abril, voy a requerir:
o Rocío de lágrimas de estrella, para templarla
o Hebras de luz y nervaduras de hojas de otoño en las guardas. 
o Una pluma de tornasol de la cola de un cuervo…
¡Ayyy!
Silencio, ese ingrediente ahora ya lo tengo.  Para imbuirla necesito:
o El delicado sonido del trueno.
o La frialdad de la más profunda sima del océano, el chisporroteo de la arena hirviente al transformarse en vidrio helado.
o Una maldición mortal de bruja, eso por supuesto lo tengo y en abundancia.
o El corazón fresco y confiado de un cervatillo recién nacido, el iris infinito de la vasta nebulosa de Andrómeda, el oscuro resplandor del interior de una gema sin pulir.
o El imposible de un diluvio en el desierto. El sentimiento que produce el despertar y aspirar aire en un campo de flores. La pasión y muerte de dos estrellas chocando, el olvido y el dolor de un naufragio.
¿Todo eso existe o existirá?
Existirá si no logro destruir este mundo que nace, has silencio y escucha, debes traer también:
o Una astilla de madera noble
o Sal
o El temblor encrespado de una ola con viento Levante.
o El calor de la piel de un cachorro.
o La fuerza determinada de un cometa al estrellarse con un planeta
o La inimaginable danza de copos de nieve en una tormenta
o La soledad de una mirada a la que apartan la vista, y el desdén de la mirada que se aparta.
o El tiempo infinito de la soledad de un grano de polvo estelar.
o La dura piel de un tiburón para reforzarla; para envolverla la caricia de la luz de luna en una playa desierta y el brillo de un atardecer visto desde una montaña nevada. 
o El segundo exacto del primer momento de la creación de este universo. Mucha atención en esto, tenemos una sola oportunidad de tenerlo, no se puede repetir.
o El azul intenso de la esperanza en un sueño de mar, para embellecerla.
o Tres gotas de pura magia robada del ala de un ángel.
Ahora vuela cuervo, te doy el poder de llegar a los mundos existentes e imaginados, a los lugares ocultos y a encontrar lo que se esconde en el vacío, puedes llegar a lo cercano y a lo que apenas es posible. A lo inasible y a lo por un segundo vislumbrado.
Sus deseos son mis órdenes.
Y voló el ave entre misterios e imposibles. 
El viaje lo cambió, como cambia todo. Sus colores regresaron inalterables, pero ya no era el mismo y su corazón era más anciano. Dejó de tener el vuelo ligero y despreocupado de un ave común para tener el de un ave rapaz, obligado en su misión.  Misión de la que sabía el objetivo: destruir una creación que veía nacer ante sus ojos, que veía en imágenes y pensamientos, en sentimientos encontrados y en deseos imposibles. En el resplandor de la gema sin pulir se vio reflejado por primera vez, asombro y soberbia. La futilidad del paso de los segundos en el polvo estelar, la desesperación de un naufragio. No se daba cuenta que el observador estaba alterando lo que observaba.
Casi falla en su misión al tratar de conseguir la magia de un ángel. Tan difícil fue que, por las dudas, llevó una gota de más. 
Con una sabiduría impensada traída acaso de la eternidad de una nebulosa, al fin regresó
La bruja primigenia no le prestó atención a sus notorios cambios, ansiosa por tomar venganza contra un Hacedor y una Creación que crecía y la rodeaba. Con odio puro encendió las brasas, con dureza arrojó el hierro y los minerales. La fragua ardía.
El cuervo observaba el proceso La mirada de sus ojos dorados cambió para siempre a un iris color azul gris acero durante el templado, al contemplar la mezcla sin un pestañeo. Recordó el miedo y temió los recuerdos cuando los demás ingredientes se incorporaban, se unían y se cohesionaban tomando forma.
La masa informe cambiaba de colores momento a momento:  ya al final, la esperanza de un sueño de mar lejos de teñirla de azul la cambió al color del deseo mayor de cada persona haciéndola diferente dependiendo de quién la viera. El ave acercó una garra para tocarla y la retiró cuando vio que una de sus uñas se deshacía al contacto. Pero ya la forma que se creaba ocultó esto a la bruja que no lo vio, concentrada como estaba en el paso final:
Ahora la magia pura en gotas: una, dos, tres… ¡Nooo! —gritó la bruja iracunda al ver caer una cuarta gota, que brillo en un destello antes de amalgamarse por completo.
Traje una más por sí… —trató de excusarse el cuervo.
La bruja lo golpeo con la varita de retama con la que estaba mezclando. El cuervo se tornó negro como la noche sin estrellas tal como la bruja prometiera, y tornasolado como el recuerdo de un relámpago. La voz se le apagó en un graznido y se cubrió de ecos funestos.
Pero no hubo tiempo para más, la creación había terminado y tomado forma. Emergió de entre las llamas y los miró.
La bruja primigenia le ordenó a La Mujer:
Eres el arma definitiva, el cuervo te llevará, llegarás a la Tierra y destruirás la Creación.
La Mujer miró a su alrededor, tomó una espada afilada de la panoplia de armas y de un sólo y único movimiento atravesó a la bruja primigenia con una estocada precisa en su centro vital. Miró al cuervo:
Llévame a la Tierra —dijo.


Fin


Pablo M. Brión
25/04/2020