De la nada recuerdo una canción que escribí cuando tenía 15 (dedicada a una compañera) y a la que un amigo de ese tiempo le iba a poner música. A los dos nos gustaba la misma chica, que por supuesto no nos dio bola a ninguno. Y la canción tampoco se hizo. Me acuerdo incluso el estribillo, que él había modificado completo para que suene mejor en guitarra, y no me acuerdo ni una linea de las estrofas que escribí yo. El estribillo decía:
Pero, ¿qué me pasó?
Estoy en una gran confusión.
Yo me la busqué,
a esta tonta situación...
Y ahí me doy cuenta que en tantos años uno no aprende. Recién ahora vamos abriendo un poco la cabeza, y al menos nos damos cuenta que no aprendimos nada. El problema es que te queda el sentimiento que ya es tarde.
¡Vamos! pensamiento positivo: no es tarde. No es tarde. Repetimos: NO ES TARDE.
En el medio del mantra para recuperarme, se me ocurre pensar en qué me acuerdo de mi en esos años. Necesitaba cambiar muchas cosas, el cambio fuerte vino al año siguiente, a los 16. Ni me acuerdo que soñaba en ese momento, me acuerdo algunas cosas, quería ser contador, una carrera que no elegí. Me acuerdo un par de chicas que me gustaban de esa época y veo que mantuve una cierta linea al respecto (excepción obvia, la que vino a cambiar todo). Me acuerdo de un sueño imposible y me doy cuenta que no tenía ningún objetivo, ninguna tristeza. La tristeza era que no te eligieran entre los 3 primeros en un partido de fútbol, o algo similar. La tristeza estaba en si algo fallaba con un amigo, o con tu grupo de compañeros.
Uno no aprende, pero comprende. Y cambia.
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