Un, dos; al costado.
Un, dos; al costado
Otros se deslizan gráciles por la pista, en un movimiento firme y continuo.
Él no. Como si tuviera los pies chuecos, se mueve en una dirección, y en un tambaleo la cambia.
Otros hacen pasitos cortos, controlados; y él cuando nadie se lo espera salta apasionadamente y cae casi como una maldición.
Se mira en los otros paseando veloces, rectos, altivos, por la pista de baldosas de colores alternados, con una seguridad plena. Y él, torpe y desmadejado.
Y así, torpe y todo, como buen caballo de ajedrez, saltó los peones y mató al Rey.
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