Hace tiempo traté de cambiar las cosas malas en el mundo para mejorarlo y no pude.
El trabajo y la insatisfación eran infinitos.
Ayer pensé en cambiarme a mí mismo, para adaptarme al mundo.
Ver sí era posible. Rendirme a la desidia.
Pero tampoco sirve, no se puede renunciar a los ideales.
Me enseñaron educación, urbanidad, respeto... no quiero tener que cambiar eso.
Si el mundo involuciona al egoísmo, a la falta de respeto, a la falta de sentido común, a la indiferencia, no quiero caminar ese camino.
Aunque enfrente molinos de viento invencibles, prefiero el respeto y la justicia.
Y el mundo te hace daño, pero seguiremos aguantando, como sea, aunque me rompa por dentro. Una gota de agua no es un mar, pero es parte. Y esa parte tiene el derecho y el deber de contagiar al resto. A algunos.
Estamos en el mundo, pero no somos del mundo...
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