Apago por tercera vez la alarma del celular, mucho sueño. ¿Dije por tercera vez? ¿Eso significa que ya pasó media hora?
Me levanto de un salto y corro al baño, 15 minutos más tarde ya estoy mal afeitado, con los dientes limpios y chorreando agua del pelo recién bañado. Por suerte dejé la mochila armada anoche para ir al trabajo. ¿Qué me pongo? Pantalón es fácil: jean negro o azul, pero ¿hace frío? Miro el clima en el celular, hoy va a hacer calor. Una chomba, entonces. Chomba roja, pantalón negro... zapatos náuticos negros para estar al límite de lo informal. Total es una oficina de Sistemas, ni el gerente viene con camisa. Miro la mesa del comedor, pero no, no desayuno, no hay tiempo. Agarro un paquete de galletitas y lo pongo en el bolsillo de la mochila, con la máquina de café y esto es más que suficiente. Ya estoy en la puerta... un suéter, mejor llevo un suéter liviano porque en la oficina (como en todas las oficinas de empresas) el aire acondicionado está puesto a temperatura de congelamiento. Siempre imagino que el que controla la temperatura en los aires es un gordo seboso transpirado con más capas de grasa que un cachalote, siempre acalorado. Ups, eso sonó muy políticamente incorrecto. Qué sea una gorda entonces.
Salgo y camino apurado las 3 cuadras que me llevan al subte, se hizo tarde y soy consciente del tiempo, pago, cruzo el molinete y con el subte llegando me abalanzo a la escalera por la derecha: 1, 2, 5 escalones y veo una señora detenida en un escalón delante mío. Parada en medio de la escalera. Mirando el celular.
Me logro frenar agarrando la barandilla. Amago a pasarla por al lado pero no: por el otro lado de la ancha escalera vienen bajando una mujer con su hija de 3 ó 4 años, que baja despacio cada escalón, una tarea semejante al Everest. Escucho a mi espalda otro que se frena y casi me lleva puesto, claro al intentar esquivar quedé casi en el centro de la escalera sin poder pasar. Ahora todos estamos detenidos, el subte hace sonar la bocina, la mujer baja otro escalón, la nena logra bajar otro enorme escalón y se para un momento a sonreírle, la mamá le devuelve la sonrisa. La vieja, canosa, con un bolso bajo el brazo, vestida de negro de forma muy formal, no pierde de vista su celular. El subte cierra las puertas y arranca, se va. Se fue.
Finalmente la nena baja otro escalón, casi con un saltito y se genera un hueco por donde pasar. Esquivo a ambas en diagonal y al pasar por el rabillo del ojo alcanzo a ver qué es lo que está viendo la mujer detenida, parada en su escalón, en medio de la escalera, deteniendo la mañana mirando su celular:
La pantalla apagada, sólo muestra la hora.
(La idea de Dia D, es robada directamente del blog https://hoyesdia.blogspot.com/, el cual sigo en esta misma página desde siempre)
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