Comienza la mañana, llegué temprano, me preparo una taza grande de té, ordeno las tareas de hoy en el calendario para organizarme, reviso mails, termino un alfajor.
Y no puedo abrir los ojos después del fin de semana.
Cansado, la pantalla con su luz azul me hace pestañear como animal encandilado en la ruta. Encienden las luces a medida que el resto de la oficina va llegando, estaba a oscuras y el día ayudaba con su color gris tormenta. Ahora las luces son un despliegue de neón que se suma a la pantalla.
Esto es falta de sueño, me costó dormirme y fueron solamente 5 horas.
Me voy a la máquina a buscar un café grande de esos que caen como ácido de motor en el estómago, y trato de arrancar el día. La mañana al menos.
Cuan bálsamo de Fierabrás moderno, el vasito de café intenta curar el sueño, el calor, la humedad y el lunes. Puede ser que le esté pidiendo demasiado.
Cuan bálsamo de Fierabrás moderno, el vasito de café intenta curar el sueño, el calor, la humedad y el lunes. Puede ser que le esté pidiendo demasiado.
El café ayuda. Pero esta noche tengo que dormir unas horas más, basta de series.
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