miércoles, 15 de octubre de 2025

Reflejo Fracturado

 


La encontré en el Sector 7, en los restos de lo que antes fue el Museo de Historia Humana. Llevaba tres ciclos buscándola: la última imagen de mi hermano antes de que lo llevaran.

El cristal estaba agrietado, pero su rostro seguía ahí, perfectamente preservado en el marco de visualización cuántica. Estos dispositivos antiguos tenían la capacidad de capturar no solo la apariencia física, sino también fragmentos de la consciencia. Por eso la Corporación los prohibió después del Colapso.

Toqué la superficie fría. Las grietas no eran por el tiempo, sino por algo que había intentado salir... o entrar.

—No deberías estar aquí —susurró una voz detrás de mí.

Me giré. Una silueta se alejaba por el pasillo oscuro, dejando un rastro de pétalos marchitos. Pétalos rojos, como los que mi hermano solía cultivar en su laboratorio biogenético.

—¡Espera! —grité, pero ya había desaparecido.

Volví al retrato. Los ojos de mi hermano que me miraban no eran como yo recordaba. Noté algo terrible: sus labios se movían. Lentamente, formando palabras en silencio. Ambos habíamos aprendido a leer los labios, el antiguo codigo morse, lengua de señas, como todos los Disidentes.

"No me busques. No soy yo."

El cristal comenzó a brillar generando calor, eso no era bueno, los cristales no funcionaban de esa forma pero este estaba roto, fragmentado. Los símbolos en las paredes del museo —antiguos códigos de advertencia— parpadearon en secuencia. Entendí demasiado tarde lo que significaba este lugar: Era una prisión. Un laboratorio, no un museo como era antes.

Mi hermano no había sido seuestrado por la Corporación. Él había sido el primero en cruzar. El propio creador de esto. El primero en descubrir que los marcos cuánticos no solo capturaban la consciencia... sino que eran puertas.

Y ahora, al tocarlo, acababa de abrir la cerradura. Mi código genético, tan similar.

Las grietas del cristal comenzaron a extenderse por las paredes, el piso, la realidad misma. Detrás de mí, escuché pasos. Muchos pasos. Todos sonando como los míos.

Me levanté para escapar, pero mi reflejo en el cristal roto no se movió conmigo.

Sonreía.



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