lunes, 17 de enero de 2022

Compañeros de secundaria

 


Entró al Facebook. No lo usaba nunca. Por casualidad, en una propaganda que vio sobre un político lo sorprendió un nombre: Javier Alejandro Carpintero. Igual a uno de sus compañeros de la secundaria, aún recordaba que en la firma del guardapolvo le había escrito JAC, como una versión vernácula de un Jack anglosajón. A él no le parecía una buena idea, Jack siempre le recordaba al Destripador.

Pero recordar esto le hizo pensar en sus antiguos compañeros ¿En qué andarían casi 30 años más tarde? Tenía a uno entre sus 'amigos' de la aplicación, ya que había aparecido cuando ingresó su colegio secundario, pero no se hablaban. En todo caso, ingresó a su perfil y vio que estaba en contacto con varios compañeros, los fue seleccionado y enviando invitaciones de amistad. La mayoría lo ignoró y no contestó, pero a partir de los que contestaron fue conectando con otros. Algunos vivían donde siempre en el viejo barrio en que los había conocido, otros habían viajado a otras provincias, a otros países, a otros barrios. Uno incluso vivía bastante cerca, antiguo ganador de medallas de atletismo y ahora bancario, gordo y pelado según su actualizada foto de perfil. Bueno, él también peinaba canas, aunque se mantenía en línea... relativamente. Aún podía ir a jugar al futbol con los muchachos de la oficina, pero era para pasar el rato más que para hacer deporte.

Se escribió con algunos, incluso con aquellos con los que en realidad en su tiempo de estudiante no tenía demasiada relación. Pero de entre todos, su sorpresa fue encontrar en línea y que le respondiera la que era sin dudas ‘la chica linda’ de la clase, una belleza que en su época adolescente le cortaba la respiración cada vez que la veía. Una sonrisa perfecta enmarcada por unos profundos y brillantes ojos azules. Lo extraño es que no la había encontrado en los perfiles de sus compañeros, sino que él era quien había recibido de pronto la invitación de amistad. 

Escribiéndose con sus ex compañeros se enteró que cada tanto organizaban un encuentro, en general para primavera. Faltaba poco. Mientras tanto, siguió escribiéndose con Dani, que le contó que se había casado y que tenía tres hijos, pero que su marido se había alejado y ya no tenía a sus hijos con ella. Triste, intentó hablar del tema, pero ella no quería comentar mucho, la conversación moría al tocar ese punto. Decidió no darle importancia. De todas formas, ya se escribían todos los días, y ella contestaba siempre con alegría. Dani tenía algunas fotos antiguas en su perfil, y mientras que él subía selfies nuevas cada semana la foto más nueva de ella era de hacía un año y medio, en que se la veía bella como siempre, así como el destello de sus labios muy rojos en su piel pálida. Se lo comentó, y riendo le pidió subiera una foto actual, ella lo ignoró dándoles corazón a todas sus fotos de sus vacaciones y las selfies del paseo que había hecho la propia semana pasada. Enigmática, y entre iconos de sonrisas le preguntó sí se animaba a verla de nuevo. Él sugirió que le diera su número, y al verla dudar insinuó tomar un café en casa de él, ella indicó que podría ser. El mismo sábado que habían propuesto para el encuentro, ya una cita, resultó ser el día en que se juntaban sus ex-compañeros a cenar en un restaurante cercano. Él aseguró ir, ella no estaba segura pero prometió llegar a tiempo al café luego de la cena, en cualquier caso, si no podía asistir.

El sábado llegó algo tarde a la reunión, más interesado en su cita posterior. ¡Sus compañeros, después de tanto tiempo! Se paró en la puerta del restaurante, frente a la larga mesa y reconoció a la mayoría. Pero no la vio a Dani. Bueno, ya la vería después. Se acercó a la mesa y entre gritos de reconocimiento se fue presentando con todos. Terminó sentado al lado de la antigua compañera de banco de Dani, Maria, hoy una señora rubia y regordeta con poco de ese look sexy que mostraba cuando en algún día de la primavera iban a algún parque o una pileta. Sonriente como siempre, hablaron de su vida y respectivas familias.

En un momento, ya terminando la cena la atención recayó en él después de que contara unas vacaciones en Egipto, y aprovechó para preguntar sí alguien había visto a Dani últimamente. Se hizo un silencio pesado. La propia Maria le contó que lamentablemente Dani había fallecido hacía un año y medio, dejando desolados a su marido y a sus tres chicos.

Confuso y preocupado regresaba a su casa cuando el celular disparó una alerta de Facebook. Era Dani, que escribía: — Voy para allá.