martes, 16 de enero de 2024

Un Resplandor de Historia: La Bandera Argentina y su encuentro con el Sol

 

Foto de plaza de mayo, de espaldas a la Casa rosada
Jueves 11/01/2024

En la bandera y en la historia de Argentina, se esconde un dilema que ha intrigado a muchos: ¿la bandera nacional siempre lleva el sol en su corazón? vamos a desentrañar este misterio y descubrir la verdadera esencia de uno de nuestros símbolos patrios.

La bandera, emblema cumbre de nuestra identidad, ondea con el orgullo de los cielos celestes y la pureza del blanco. ¿Pero qué pasa con ese sol que brilla en su seno? ¿Es una constante en nuestra enseña nacional?

Para descifrar este enigma, es imperativo remontarnos a los días de febrero de 1812, cuando el general Manuel Belgrano dio vida a nuestra amada bandera en la Capilla del Rosario. Según cuanta la tradición, el General Belgrano tomó como ejemplo los colores celeste y blanco de la escarapela de los patriotas de la independencia para crear la bandera: Durante las fechas de la Revolución, los patriotas que estaban a favor de la independencia repartían cintas a quienes estaban de acuerdo con los colores que identifican, incluso en la actualidad, a la dinastía de los borbones.

La bandera luego fue consagrada en 1816 por el Congreso de Tucumán, pero las confusiones surgieron en 1818 cuando el Sol de Mayo fue incorporado por el presidente Pueyrredon a la franja blanca central y así adquirió su lugar privilegiado en el corazón de nuestra bandera. Este Sol de Mayo fue creado por el hábil artesano Juan de Dios Rivera. Inspirado en Inti el Dios inca del sol, este astro radiante con 32 rayos entre flamígeros y rectos, rinde homenaje a la Revolución de Mayo.

Pero desde ese momento comenzaron los juegos de luces y sombras con un sol que se muestra (Febo asoma...) o no, en nuestra enseña.

La pregunta persiste: ¿Con sol o sin sol? La confusión, en realidad, fue un intento de simplificación en el siglo XIX. En 1818, se asignaron distintos usos a la bandera según su diseño: sin sol para civiles y con sol para fines militares, assí serviría para identificar los barcos militares de los mercantes. Dos banderas en paralelo, en una confusión que duró 167 años hasta que en 1985, la Ley 23.208 barrió con la dualidad y proclamó que la única bandera argentina es la que lleva el sol. Desde entonces, el sol inca ilumina con su resplandor cada rincón donde nuestra enseña flamea. Esta ley no solo estableció la unicidad de nuestra bandera sino también sus derechos de uso. Desde el Gobierno nacional hasta instituciones civiles, todos comparten la misma enseña nacional. El bicentenario de la Revolución de Mayo trajo consigo un decreto en 2010 que fijó las medidas, características de la tela, colores y accesorios de nuestra querida bandera. Todo un protocolo para garantizar que su esplendor se mantenga incólume.

Hoy, al ondear la bandera argentina, recordemos que su sol brilla con una luz que ilumina nuestro pasado y guía nuestro futuro. Un resplandor que nos une como nación, donde la historia y la identidad se encuentran en cada pliegue de nuestro símbolo patrio.