miércoles, 29 de marzo de 2017

Hechizo




Volvió casi 20 años más tarde, otra costa, el mismo mar. Caminó minutos ante de la medianoche por la arena que ya no recordaba sus pasos y se paró de nuevo frente a las olas para volver a hacer el Hechizo, escribir otro nombre en la arena, sin saber si volvería a funcionar o si sólo hubiera habido una oportunidad en que tuviera el poder de invocar la magia.


lunes, 27 de marzo de 2017

Apagón



Roberto se quedó hasta tarde en la oficina. Había ido al médico temprano a la mañana, y se quedó un rato mas para compensar las horas por haber ingresado algo mas tarde. Era inusual, él siempre se iba temprano, en la multinacional adonde trabajaba lo tenían por un empleado modelo, siempre puntual, con un rendimiento apenas superior al standard, siempre ordenado, casi nunca pedía días por nada incluso esta vez había realizado la consulta médica antes de su horario para no faltar. Pero se había demorado por las malas noticias: Le habían diagnosticado presión muy alta, stress —en su casa las cosas no marchaban del todo bien con su esposa, tenía sospechas que le era infiel—, una leve insuficiencia cardíaca. Le habían dado una orden para hacerse mas estudios, consultar con otro cardiólogo especializado en su caso, y sobre todo alejarse de las situaciones que pudieran producirle nervios. En el trabajo estaba tranquilo era un poco su refugio, dominaba el día a día y nunca tenía problema con los plazos. Si se quedó un poco mas esta vez fue por solamente para que los compañeros no comentaran alguna frase fuera de lugar del tipo —llega tarde y se va temprano. Siete de la tarde, le quedaba una hora mas, el cielo oscurecido prematuramente presagiaba tormenta. Ya se habían marchado todos en la oficina, caminó por el pasillo a buscar un café en la máquina e ir al baño. Salió del baño, aún secándose las manos y a su alrededor las luces se apagaron. Al fondo del ahora oscuro pasillo brillaba su oficina, un resplandor de luz en una caja de oscuridad. No era un corte de luz —se dijo. 
Caminó por el pasillo, despacio. La máquina de café hasta hace un momento encendida era un monolito negro en medio de su camino. El mismo recorrido que hacía varias veces al día en los últimos 18 años ahora, al hacerlo casi a oscuras se tornaba extraño, irreal. La ausencia de sonido, sus pasos eran silenciados por la alfombra como si caminara en un lugar diferente. Al pensar esto, pisó con fuerza, sintió el golpe, se dió cuenta que había estado conteniendo la respiración y el sonido de su suspiro se escuchó claramente. De inmediato, el sonido de la tormenta se escuchó azotando contra las paredes. Un relámpago inundó de luz el pasillo desde una ventana del sector de Ventas, y al terminar la oscuridad se hizo más completa, pero no importaba. Debía ser solamente un fallo en las luces, ahora al entrar llamaría a Seguridad desde el teléfono de su escritorio. Caminó a su oficina, ahora relajado. Las luces de la oficina se apagaron cuando estaba a dos pasos de la puerta de vidrios. Miró hacia atrás, un túnel de oscuridad como la garganta de una bestia fantástica, miedos infantiles pasaron por su cabeza, el corazón comenzó a latirle rápido al ver que en su computadora aún la pantalla respondía a su mirada como un guiño, encendida en la total oscuridad, el ojo de la bestia, fosforescente, brillando. El ojo pestañeó, y se apagó. Empujó la puerta con fuerza y un alarido lo ensordeció, un sonido sibilante, estridente, interminable. Maligno. Con un grito, con la mano aún en el picaporte, Roberto cayó al piso.
Seguridad lo encontró a los pocos minutos, pero no fue posible hacer nada, el ataque cardíaco había sido fulminante. La alarma contra movimiento los llevó de inmediato al piso, pero era tarde. El médico se extrañó por la expresión de terror en su mirada: No había nada que pudiera haber producido algún miedo.
Nunca supieron que lo había matado el nuevo sistema de ahorro de energía inteligente, que  "logra aprender el patrón de comportamiento de los empleados, y sirve a la empresa para mantener apagadas las luces de un departamento o sector específico cuando no hay nadie trabajando en él, lo cual repercute en grandes ahorros energéticos para la compañía. También activa las alarmas".

martes, 21 de marzo de 2017

Confusión



Pero... ¿qué me pasó?
Estoy en una gran confusión.
Yo me la busqué, a esta tonta situación.

Estribillo de una inconclusa canción que componían un par de locos a los 15 años, enamorados de la misma chica. Uno de ellos al parecer no crece. 




viernes, 17 de marzo de 2017

Disquisiciones en la máquina de café





Como saben quienes bien conocen a los Grandes Sabios Creadores, la máquina de café es una parte fundamental de sus vidas. Tanto es así que considerando que sin ella no puede haber ninguna gestión efectiva, cuando crearon los organismos públicos no solamente incorporaron la necesidad de tenerlas en cada edificio, sino que las agregaron en cada piso.
Pasaba un día por la tarde uno de los  sabios haciendo controles en la creación, la mirada atenta pero la mente perdida, cuando en el séptimo piso piso de un importante edificio gubernamental notó su desconcentración y hizo una pausa para tomarse un café. Se acercó a la ya obligatoria máquina, y antes de pulsar el botón para la bebida, notó el  ajado y vetusto cartelito que la decoraba indicando que no funcionaba, en puntiagudas letras escritas con birome en la parte en blanco de un expediente doblado. Cómo decía uno de sus compañeros de trabajo: "no rasnala". Todos entendían que quería decir con eso.
Ya con la necesidad del café creada en su mente, bajó al sexto piso. Se paró frente a la máquina y los que pasaban por el pasillo — pasillo de alfombra del piso raída y manchada,  y la omnipresente planta de hojas largas reseca frente a la ventana cubierta de polvo correspondientes a los edificios oficiales—, lo miraban con cara preocupada mientras su café terminaba de ser preparado por la máquina. Con cierta duda lo probó, un sorbo: Solamente podría llamársele 'duro', casi se masticaba por lo espeso, grumoso, era un café para morder más que para tomar. Había pedido uno largo y la máquina preparó una suerte de ristretto para lo cual no había sido diseñada, de sabor espantoso si se alcanzaba a tomarlo. No le sorprendió el rotulo de Departamento de Sistemas en la pared, solamente programadores podrían llegar a soportarlo.
Después de tirar el contenido en la pileta del baño y taparla con la viscosidad del líquido, y ya decidido a tomar un café, bajó al quinto. Se acercó a la máquina con determinación, pulso 'Café largo' nuevamente y esperó con la mirada intensa y concentrada en el vaso. Cayó el azúcar, unos minutos de extraños ruidos después, oyó el agua. Pero el vaso no se llenaba. Se agachó a mirar escuchando claramente el sonido del agua cayendo, pero en ninguna parte visible. El café solamente tenía azúcar en el vaso. 
Dispuesto a desentrañar el problema, le preguntó a uno de los abogados del piso si sabía lo que ocurría con la máquina, la única respuesta que obtuvo fue que se debatía si el conducto estaba tapado por una rata —de la cual varios aseguraban haber visto la cola colgar—, o por cucarachas, ya que cuando aún salía el líquido se habían hallado patitas quitinosas en los últimos cafés. El Sabio apostó por las cucarachas, dada la evidencia y a que creía recordar que a las ratas no les interesaba el café.
Corrió más bajó por las escaleras al cuarto piso. Pulsó un café. Agua. Agua caliente. En el tacho de basura al costado de la máquina un cartel, también claramente antiguo, decía: " Si la máquina no le dio la bebida solicitada, o no le gusta lo que le preparó, por favor arroje el vaso en la pileta y no en el tacho de residuos". Felicitando a la gente del piso por ser tan organizados, bajó al tercero.
El tercero era el piso adonde funcionaba el kiosko, que vendía café debido a lo cual lógicamente no había máquina. 
Bajó al segundo.
Se acercó a la máquina con inseguridad, pulsó el botón para el café largo con zozobra y miró circunspecto y expectante el resultado mientras se servía en el vaso. Este se llenó con el sonido cantarín y burbujeante de una cascada, mientras el aroma a café inundaba finalmente sus fosas nasales. 
Color perfecto. Tomó un sorbo con la sonrisa en los labios, que se desdibujó enseguida al percibir lo amargo que era. No entendió por qué no salido azúcar, al parecer había quedado toda en el quinto. Tampoco pudo determinar el PH, el nivel de acidez de cada vaso hubiera eliminado todo vestigio de vida en cualquier lago mediano.

Tachando el edificio en su lista con un rojo 'Desaprobado', mas allá del trabajo que se realizara en él, su único pensamiento fue:— ¿Se estaría pagando, todos esos meses, a la empresa que entregaba en comodato las máquinas de café? Seguramente la concesión era una fortuna.


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Nota informativa al pie: Cualquier similitud con la realidad, NO es pura coincidencia. Sobre todo en pisos 7, 6, 5 y 4, 3..., mis disculpas por la falta de imaginación. Bueno, no hay segundo piso en este edificio, una a mi favor.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Un par de temas



Sábado a la noche, después de un día tranquilo,  salgo de casa camino a una reunión de juegos de mesa. 
Colectivo, subterráneo, para bajar cerca de Once. Libro en el celular, para matar el tiempo. Auriculares para aislarme en lo posible del incordio del ruido. 
Pasa delante mío un cajón, grande. Levanto la vista para ver un pedal que asoma al pie, y un platillo al otro extremo, mirando con atención el cajón se transforma en un parlante.
El flaco que lo lleva está vestido de forma casual, remera y zapatilla, lleva un bolso y arma una especie de batería frente a la puerta del vagón. Todos lo miramos entre el asombro y el espanto. Saluda, y pide permiso para cantar y tocar 'un par de temas'. Reconozco que el pedido de permiso me sorprendió, y me hizo volver la vista que se iba tras las páginas del libro que estaba leyendo; es tan poco común alguien que pide permiso hoy en día.
Tomando el silencio por asentimiento y a aprovechándolo, dijo. —un par de canciones para alegrarnos a noche, y empezarla con una sonrisa. 
Y con el parlante haciendo las veces de parche, los platillos armados como batería y sacando de una caja un par de maracas, amen de una pandereta en el pie que no manejaba el pedal del bombo, toco una excelente versión de Procura, de Chichi Peralta, pero con buena voz. 
Y a continuación otro tema de salsa, de una forma brillante, solamente con percusión. Llegaba a mi estación y no me había dado cuenta, conquistado por la magia que le puso a cada tema, saqué un billete del bolsillo, y lo puse en su bolsa al tiempo que bajaba. Dentro, todavía se escuchaban los ecos del aplauso.



miércoles, 1 de marzo de 2017

Espera




Tu tiempo es un vidrio
tu amor un fakir, mi cuerpo una aguja
tu mente un tapiz.
Desarma y sangra, Serú giran


Tiempo, esperar. Esperar es desesperar, esperar es postergar.
Hay momentos en que no se puede hacer otra cosa que esperar, y el tiempo nos lastima.
Actuar mientras se espera, es una bendición.
Esperar sin poder hacer nada, es un castigo.
Tengo tres cosas pendientes, de las que importan: una tiene fecha. Dos no.
Una puede ocurrir en cualquier momento, si me ocupo. Pero no sé a ciencia cierta cuando.
La otra es una espera infinita, porque puede ocurrir... o no. 
Los tiempos del amor son momentos, son tiempos largos, son infinitos, son un instante. Son recuerdos.
Son para siempre. Una espera eterna.