viernes, 31 de agosto de 2018

viernes, 24 de agosto de 2018

Microrrelato: Pi


Desafío: Veinte dígitos de "pi" para un microrrelato, con cantidad de letras para el texto 3,1415926535897932384

Ríe, y todo y todos requieren su mirada clara, sus locas mentiras perfectas, relatos complejos que no son asimismo amor

Convicción


Seguía sin estar seguro.
Ella lo había dejado hacía días, semanas ya. Desde un tiempo antes, ella ya no admiraba su naturaleza bohemia, sus cuentos, sus historias ya no le despertaban emoción. Ya bastante antes de terminar que no salían a caminar por calles empedradas de San Telmo, o por veredas iluminadas por la luna a pasear mientras recitaban poemas y canciones.
Ella, aún hoy, era su musa: no podía pensar más que en escribir contándola, retratándola, sintiéndola en cada palabra.
La vida era un vacío sin ella, que se había ido sin explicación, excusa o despedida alguna.
Estaba seguro que era por otro: Ella tan sexy, tan inteligente, tan hermosa, siempre deseaba lo caro, lo elegante, sentirse admirada, las fiestas y la fama. La imaginaba con su vestido rojo escotado, sus bellas piernas, en un coctail, del brazo de un empresario o de un importante productor de cine. Le había preguntado. Ella no respondía ni sus llamados ni sus mensajes.
Sin ella la vida no tenía sentido, ni olvido, porque todo se la recordaba. Cada momento, cada lugar.
Atardecía ya, otro día sin vida. La melancolía lo llevó a caminar las mismas calles que recordaba recorrer juntos. Las calles de casas viejas de San Telmo, pasillos oscuros y lóbregas bohardillas que habían sobrevivido a la urbanización y a la modernidad.
Se apartó para dejar pasar un par de hombres que salían de un pasillo triste y de descascarada pintura gris, un hombre claramente acaudalado que felicitaba a otro por su arte mientras tomaba un cuadro de sus manos, el otro que le contestaba que no era el artista sino la musa. Y la vio —por supuesto—, en el cuadro: sus ojos, su vestido, su lunar característico, su mirada de perfil y su picara media sonrisa ladeada, para la que no alcanzaban las palabras para describirla.





Mensaje



¿Cual es la clave de la felicidad con otro? que te envíe un mensaje al teléfono a las 2 de la tarde, cuando aún estás en el trabajo, escribiendo:— Extraño abrazarte




lunes, 13 de agosto de 2018

Obse


La imagen es The dream, de Janus Grenomj - www.grenomj.com
No corresponde al texto, pero de alguna forma la vi adecuada. Intenté conectarme con el autor por el permiso, pero no lo estaría logrando. En cualquier caso, los invito a visitar las galerías de imágenes, son todas excelentes





Obse


Es la expresión de moda que suele usarse como forma de forrear al otro cuando algo que hace, dice o piensa no nos agrada. No hace falta que uno repita el comentario, simplemente alcanza conque uno se refiera a no estar 'compulsivamente' de  acuerdo con algo que al otro le gusta, por ejemplo:
Hago UN solo comentario de que capaz, acaso, en alguna situación, por ahí, quizás, yo no estuviera totalmente de acuerdo con algo que dijo, o publicó en una red social (¡horror de horrores!).
Then (Así que —pero las mismas personas que usan el obse suelen usar las expresiones idiomáticas extranjeras)...  soy medio obse.

Obsesión (sentimiento) - Wikipedia, la enciclopedia libre
"Obsesión proviene del término latín obsessĭo que significa asedio. La obsesión es una enfermedad mental; se trata de una perturbación anímica producida por una idea fija, que con tenaz persistencia asalta la mente."
Con sólo no estar completamente de acuerdo con algo, soy un enfermo mental, que tengo una idea fija. Ajá.

Vengo charlando con mi psicóloga hace dos años por mi Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) que por supuesto que sí lo tengo, pero en un ratito de charla me pueden diagnosticar con Obse, la palabra de moda para todos los que somos capaces de no decir siempre que sí a todo. Alguien pone una frase o foto en whatsapp (les cuento que es también una red social, por eso permite comentar los estados... si no quieren usarlo como red social aprendan a bloquear), y sí el comentario no es 100% a favor  te responden que sos obse.
También si tenés un hobbie, y nombras algo más de dos veces, sos obse. Si lo nombrás una vez, pero no es del gusto del oyente, también sos obse. Ejemplo:
— A veces los martes nos vamos una horita a jugar al fútbol con los pibes. — Dicho casualmente, una vez, durante una conversación.
— ¡Ah! ¡Sos reobse del fútbol!
(ehhh... ¡menos mal que no te dije que soy de Boca siquiera!)
En cambio:
— No sabés, me mato en el gym tres a cuatros veces por semana, hago crossfit, spinning y body pump sin parar durante 3 horas por clase....
— ah, ¡rebien!
(o sea, en ese caso si soy un maniático obsesivo del gimnasio; pero casualmente hago la misma rutina que vos...)

Pero, ya que usamos ideas de psicología y siguiendo con el 'hablemos sin saber', acaso para entender mejor el problema, veamos:
Proyección (psicología)
"La proyección es un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso sus carencias. En el caso de la proyección negativa, ésta opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. De esta forma, se «proyectan» los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a ese objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera. " - También de la Wiki

Así que probablemente, la frase 'sos obse' venga justo cuando tocás un tema por el que el otro está claramente obsesionado en sentido opuesto... y te lo refleja/ proyecta.

¡Ah!, si se te ocurre escribir sobre esto... sos OBSE! (con mayúsculas, negrita, subrayado y Times new romans 12... o más)






miércoles, 1 de agosto de 2018

Miedo




Volvía del trabajo, la lluvia se había atenuado en una llovizna molesta que rellenaba baldosas flojas, Ricardo caminaba con la vista baja mirando las trampas de agua del piso y levantándola de pronto para evitar choques con los paraguas vecinos al suyo, cuando al alzar la vista lo vio: un chico flaco de profundos ojos negros que lo miraba sin pestañear.
Estaba apoyado en un cartel, bajo una obra en construcción en la esquina de Callao y Rivadavia. Lo siguió con la vista cuando pasaba, una mirada vacía en el chico de pantalón corto y remera sin mangas en esa tarde fría. Se sintió incómodo. En algún momento le hubiera dado pena un chico de 7 u 8 años tan mal vestido con ese frío, pero no se trataba de esa incomodidad. Tuvo miedo.
El cruce de Av. Rivadavia le absorbió la atención al momento quitándole la sensación de su cabeza, bajó al subte y se paró a mirar las revistas en el kiosko de la estación. Kiosko militante, o que sabía aprovechar los gustos de ls que iban a protestar al congreso, entre los diarios y revistas tenía publicaciones de grupos de izquierda y pines sobre el Che Guevara y la legalización del aborto, mezclado con revistas de psicología y de decoración de jardines para grandes mansiones; junto a obras de literatura universal en formato de pequeños volúmenes de bolsillo, excelentes para leer en el viaje.
Estaba viendo unas revistas de cómic usadas cuando lo vio parado en la parte más oscura del andén, pegado al kiosko, su mirada confundida con el propio túnel. Parado, oscuridad, mirándolo. No lo había visto pasar, sólo habría podido pasar por detrás suyo para llegar ahí.
El subterráneo llegó con su compañía de luz y gente abarrotada, el ruido y el calor de los vagones llenos al punto de casi no poder entrar en hora pico. Ricardo no dudó, e ingresó a presión al más cercano, entre empujones y quejas. Se asomó al entrar al vagón para verlo quieto, parado en el fondo del andén, una presencia gris y solitaria en el bullicio circundante.
No pudo verlo al arrancar el subte, distraído por una mujer que se quejaba y empujaba a todos mientras intentaba acomodarse ella y una cartera del tamaño de un bolso, en un espacio insuficiente e inexistente.
Bajó varias estaciones adelante, en el viaje cotidiano y conocido a su casa adonde vivía sólo, parado entre los vaivenes del transporte, paraguas chorreantes y sensación de cansancio. Las puertas se abrieron y subió despacio los escalones de las escaleras mecánicas apagadas como de costumbre en cada día de lluvia, aunque la llovizna había cesado.
Una cuadra más adelante lo vio parado al otro lado de la calle, una presencia triste frente al feliz negocio de empanadas que bailaban en un cartel de neón, mirándolo sin apartar la vista, quieto. No cambió de vereda evitando esa esquina y apuró sus pasos, con el corazón corriendo desbocado y su mente sólo preocupada por llegar a su casa,  en blanco a todo lo demás, con el paraguas aún cerrado sin notar la lluvia que volvía a caer y que comenzaba a chorrear de su cabello, ni el aroma al pan recién sacado del horno de su panadería preferida. Ignorando el peligro dos cuadras adelante cruzó la calle sin ver y recorrió los metros de la vereda hacia su casa en un constante mirar sobre su hombro. La llave de la puerta del edificio fue una duda y una frustración hasta lograr colocarla al derecho en la cerradura. Al fin.

Abrió la puerta de su casa y una mirada vacía lo recibió desde el sillón del comedor..