lunes, 3 de septiembre de 2018

Salta



Está en la estación de subterráneo, saltando en un pie, sin muletas ni nada en qué apoyarse. Tampoco tiene un yeso, sólo salta. Salta rápidamente  con una pierna doblada, casi hasta la línea del borde de la vía, regresa saltando a toda velocidad al banco del cual se levantó. La gente lo mira. Uno dice:
— Un loquito.
Otro miró el asiento del cual se había levantado con el anhelo de más de una hora de combinar viajes, una señora lo miró asustada; una nena lo observó extrañada; un hombre mayor lo vio, preocupándose por que se pudiera caer a la vía; otro más joven pensó lo mismo, pero su preocupación era que sí se caía, él tendría que tomar un colectivo o taxi, porque se iba a interrumpir la línea; otro lo miró con pena por su lesión en la pierna; un obrero pensó que debía haber sufrido un accidente en alguna construcción y tenía que salir a pedir porque no obtenía trabajo.
El hombre, ajeno a todo esto, volvió a saltar hasta el borde del andén; miró si venía el subte, y volvió saltando a sentarse.




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