jueves, 4 de febrero de 2021

El día del temblor

 



Continuo con los cuentos del Estadio de Urbys.

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http://axxon.com.ar/c-ciudad-mabg38.htm


Historias de la Tribuna local

El día del temblor


(Tal como lo relató en el bar ´No tan sobrio´ el famoso comentarista deportivo Aristofanes Atreup)

Domingo, seis de la tarde. La gente se encuentra ya en el estadio. Las banderas flamean tranquilas en la tribuna local. Nadie está preparado para la noticia.

Era una tarde de principios de septiembre, con el clima suave de Urbys en ese mes. La gente concurría feliz y esperanzada al estadio. Luego de insólitos resultados positivos el equipo local sólo necesitaba un triunfo para ser el campeón de la Liga y lograr el esperado ascenso. Y no es fatuo decir insólito o inesperado, ya que el equipo de Urbys —al que se apodaba, por sus seguidores, poco dados a la efusividad en sus festejos, como "Los Desalentados"—, nunca había llegado tan alto. Este año, merced a la fortuna de contar en el equipo con una pareja de delanteros habilidosos y decididos, un buen arquero y un veloz lateral derecho, que había sabido explotar las ventajas de cierto sector de la cancha cuando jugaban de local, llegaban a esta estancia decisiva.

      La hinchada local había venido preparada para el festejo. Los ansiosos ocupantes de las gradas portaban banderas, bombos, petardos y bolsas de papelitos. Los jugadores ingresaron a la cancha y fueron recibidos por el ya tradicional murmullo que les había ganado el apodo. Y comenzó el partido, de juego fuerte y trabado, como corresponde a este tipo de encuentros.

      La hinchada —por primera vez llenas las gradas de las tribunas A y B— alentaba cada jugada, cada veloz ataque, cada atajada, mientras el murmullo crecía, adelantando el festejo. La gente abandonaba sus lugares, agolpándose contra el alambrado. Faltaban menos de cinco minutos para el final del partido y con el empate retornaba la desesperanza de otro campeonato sin ganar. La gente ahogaba en su garganta el grito del festejo final, presintiendo ya no llegaría.

      En ese momento el lateral derecho del equipo local tomó la pelota y comenzó un veloz contraataque por su banda, justo debajo de las tribunas A y B. Los seguidores se pusieron de pie, mientras una sensación indefinible invadía el estadio. La tribuna visitante enmudeció de repente. El mediocampista eludió a un rival y a otro, en un hábil movimiento, levantó la vista y ejecutó un centro perfecto hacia el puntero derecho, que elevándose muy por encima de los defensores en su salto, sobrehumanamente, conectó un preciso cabezazo que ingresó al arco rozando el ángulo superior izquierdo del arquero.

¡GOL!!! La tribuna estalla, con un salto simultáneo, con una emoción contenida por muchos años; saltan juntos, caen con fuerza, vuelven a saltar, gritan el nombre de su equipo en cien maneras, golpean con los pies, tiran las estruendosas bombas, festejando.

      Del otro lado de la ciudad, en el Observatorio, uno de los sensores próximos al Estadio registra el inicio de un temblor. La escala aumenta con rapidez, la vibración se hace constante y periódica. En el vacío Observatorio (todos sus ocupantes están en ese momento en el Estadio), se activan las alarmas sísmicas, transmitiendo el aviso a observatorios de ciudades distantes de todo el mundo. De inmediato suenan las correspondientes alarmas en los Departamentos de Policía y Bomberos, que acuden al foco del temblor, en las cercanías del Estadio. El ruido de sirenas casi no se escucha allí, donde la gente todavía está presa del festejo, todavía con la expectación del partido, que sigue en juego. La noticia de un temblor de causas desconocidas se filtra a un periodista, se transmite por la radio.

      Los comentaristas del partido escuchan la emisión; también la gente. La adrenalina feliz que inundaba a todos ahora pasa el pánico. La gente asustada salta e invade el campo de juego, sin saber que ellos mismos son la causa del misterioso temblor, registrado erróneamente. Escuchan las sirenas de la policía y los bomberos, que suenan en el inconsciente colectivo como la premonición de una catástrofe. Se rompen las rejas, se abandona el juego, cada persona busca la salida más cercana, o la que considera más rápida. Se producen golpes, aglomeración, gritos, algunos heridos, sin que haya que lamentar —afortunadamente— víctimas fatales.

      Varias horas después, todo queda aclarado. Los científicos dan sus explicaciones, la gente se calma. En el curso de la semana, la comisión deportiva de la Liga determinará que el partido se considere ´no cumplido´, por falta de garantías en el Estadio. Se fija un resultado oficial, que es, obviamente, de un empate 0 a 0.

Y así, el equipo de Urbys perdió el campeonato.




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