domingo, 15 de febrero de 2015

A veces llega un momento en que...



Momento extraño en la vida, domingo a la noche o ya lunes feriado de madrugada, viendo una película, y de pronto hace falta acompañarla tomando algo caliente. Respuesta obligada: un café. Pero hoy no, tomé café a la tarde, además no me siento con ganas, prefiero evitar la acidez nocturna… y los ocho tipos de té de la alacena hoy no me convencen. ¿Por qué el mate cocido tampoco? No sé. La película va por la mitad, pero la tengo grabada, así que la detengo.  Y pongo a calentar el agua, preparo el mate que no uso desde hace más de dos años. Yo no tomo mate. Ese mate se compró para tomarlo en compañía, una compañía que no está hace mucho. Y por supuesto, el agua hierve, como no sé tomar mate le agrego mucha azúcar, y me quemo con la bombilla en el primer sorbo. Descubro que tengo manopla para agarrar, pese a que devolví la que esta persona me había regalado, y tengo un apoya pava. No digamos yerbera, pero me traigo el paquete a la mesa. Y ahí estoy frente a la pantalla, mate en mano. Entiendo que esto puede fácilmente convertirse en vicio, o en costumbre, que es otra manera de declarar un vicio diario. No importa, los tengo peores.
Igual, también da bastante acidez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario