viernes, 20 de febrero de 2015

Partitura



Escucho la canción en la radio, me sorprende, la busco, la vuelvo a escuchar.
La escucho varias veces, y de pronto empiezo a recordar parte de la letra, de la música.
Busco la letra, leo la primer estrofa. La canto, la leo, la canto, me equivoco, la leo entera, canto frase a frase leyendo, entonando.
Memorizo la letra, en pedazos de dos renglones. La canto, y me olvido de partes, va de nuevo.
Y memorizo la primer estrofa, la canto tantas veces que sale natural, el tono de voz se ajusta, la recito, la canto hasta cuando no la estoy pensando, la sueño y me despierto con la letra en la cabeza, con con la canción en la mente, en la voz.
Busco los acordes, no coinciden, busco otros, no son, busco la partitura, la imprimo, la leo pero no logro interpretarla, así que regreso al principio y repaso como leer una partitura. Pongo la partitura en el atril, la lámpara dibuja un nuevo juego de luz y sombra sobre las notas. En un lugar de la escala de notas reconozco un pedazo de la letra, intento continuar desde allí, retrocedo porque las notas no coinciden, cambio una para que me suene mejor, omito una y repito la anterior, el tema tal como suena en mi oído es parecido -solamente parecido- al que suena en mi cabeza. Lo dejo
Mañana voy a tener tiempo de haberlo soñado, esperar que algunas notas mas se ordenen, mis dedos reconozcan las teclas y el piano repita la canción que hoy ya suena en mi mente.

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