martes, 26 de mayo de 2015

Pesadilla


Me despierto de una pesadilla: Ella, la mujer de mis sueños, se va con otro. La veo pasar en un descapotable, al lado de un tipo claramente adinerado, de gesto mundano. Conduce ella, el auto es de él, o un regalo. Lo que ella buscó, poder, dinero. Es la representación de lo que no soy. O de lo que quisiera ser.
Pesadillas. Antes un sueño, una traición, un dolor, un vacío, un recuerdo que no se quiere ir al olvido.
No logro recordar los buenos momentos, solamente la tristeza de perderla. En vez de la dulzura de sus besos es un cigarrillo que comparte con el empresario (debe ser empresario) de la pesadilla. En vez de su cuerpo desnudo en mi cama, la solera escotada con que se muestra en el auto. De su seducción, sus miradas, sus gestos, no queda nada, son de otro.
Todo por una pesadilla, un engaño a los sentidos, una mentira de la mente.
Hoy me escribe para compartir algo conmigo, conoce mis gustos, me conoce mejor que nadie. No sabe nada de mi pesadilla.
Una estúpida pesadilla no puede opacar lo que siento por ella, por borrar su recuerdo pese a la violenta tristeza del final.
Los recuerdos se modifican, pero existieron, los sueños son ilusiones, pero pueden hacerse realidad. Las pesadillas no son nada, un engaño, oscuridad de la mente oculta en la oscuridad de la noche.
Valgo mas que vivir mi vida en pesadillas. Es hora de escapar de los recuerdos, y crear nuevos sueños.
Seguir adelante.
Renacer.


El convertible es blanco...

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