martes, 30 de agosto de 2016

Sube y baja




Un día estás de buen ánimo, las cosas marchan bien y hay perspectiva de estar mejor, te permitís hacer planes y hasta les das ánimo a tus amigos y conocidos con problemas, cuando de pronto y siempre sin aviso,  empiezan a aparecer los pequeños problemas cotidianos, pavadas al principio: no llegás al colectivo o no para y te deja en la parada, los vecinos son estruendosos, se enferma levemente la persona con la que te ibas a encontrar, y poco a poco tu expresión cambia. Y es entonces cuando desde donde menos lo esperás, llega el mazazo que te hace caer el ánimo, te hunde en la apatía, y en la desesperación. Un golpe demoledor que te pone de rodillas y arruina las posibilidades que se abrían en el futuro.
Y otro día la vida te encuentra en el fondo de un pozo, con desesperanza de un futuro incierto y vacío, con más problemas que los que realmente podés afrontar y no se ve perspectiva de un amanecer, cuando de la nada, aparece una escalera que te devuelve a la lucha, una sonrisa que te devuelve tu sonrisa, una palabra que te ayuda a creer. 

La vida es impredecible, si de algo podemos estar seguros es de que no hay nada seguro, vivimos en un sube y baja constante que te eleva a la altura de tus sueños para después bajarte al abismo de tus pesadillas, sin casi esperanzas de cambiar esto. Pero también es bueno prepararse y armarse uno mismo de la mejor manera posible, un colchón que nos ataje en los momentos de caída, con amigos sinceros y gente que nos quiere de verdad, y con la confianza en uno mismo que nos permita salir adelante en los peores momentos. No hay más que eso, porque aunque es bueno pensar en el futuro, este cambia, y aunque es excelente tener planes, por ahí se escucha el viejo refrán: Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.

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