martes, 10 de enero de 2017

Icaro



Referencia: La leyenda de Ícaro


Era muy pequeño, los rizos rubios, la sonrisa radiante.
Era muy pequeño para contener tanta pena.
Solamente tenía seis años cuando su madre murió con esa cruel enfermedad, quedaron la sonrisa y la mirada perdidas, las lágrimas que no podían contener toda la tristeza por la muerte de Náucrate.
Fue entonces cuando su padre, al que tanto él como el mundo admiraban como inventor, tuvo esas palabras inspiradoramente equivocadas: — Hijo, no tengas tanta tristeza. Tu madre se fue al cielo, pero algún día vas a reunirte con ella.
Fue un comentario como pudo hacer cualquiera, pero en la mente del niño de seis años tuvo una repercusión inmediata.
Dejó de llorar. Comenzó a ayudar en el taller de su padre, aprendió su forma de trabajar la madera al mismo tiempo que la de imaginar portentos. Fue creciendo con el conocimiento que todo era posible, acunado por un sueño de niño.
Sufrió. Sufrió viajes, sufrió persecuciones, fue encerrado, y fue entonces cuando salió a la luz su idea de tantos años. Todos creyeron que fue idea de su padre, el gran inventor. Fue suya, llevado por su corazon de niño herido por la ausencia construyó las alas con las cuales poder volar alto, hasta el cielo, para encontrarse con su madre tanto tiempo perdida.
Y en contra de lo que cuentan las leyendas, tuvo éxito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario