lunes, 23 de enero de 2017

Vasito de café



Comienza la mañana, llegué temprano, me preparo una taza grande de té, ordeno las tareas de hoy en el calendario para organizarme, reviso mails, termino un alfajor.
Y no puedo abrir los ojos después del fin de semana. 
Cansado, la pantalla con su luz azul me hace pestañear como animal encandilado en la ruta. Encienden las luces a medida que el resto de la oficina va llegando, estaba a oscuras y el día ayudaba con su color gris tormenta. Ahora las luces son un despliegue de neón que se suma a la pantalla.
Esto es falta de sueño, me costó dormirme y fueron solamente 5 horas. 
Me voy a la máquina a buscar un café grande de esos que caen como ácido de motor en el estómago, y trato de arrancar el día. La mañana al menos.
Cuan bálsamo de Fierabrás moderno, el vasito de café intenta curar el sueño, el calor, la humedad y el lunes. Puede ser que le esté pidiendo demasiado.
El café ayuda. Pero esta noche tengo que dormir unas horas más, basta de series.


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