miércoles, 15 de marzo de 2017

Un par de temas



Sábado a la noche, después de un día tranquilo,  salgo de casa camino a una reunión de juegos de mesa. 
Colectivo, subterráneo, para bajar cerca de Once. Libro en el celular, para matar el tiempo. Auriculares para aislarme en lo posible del incordio del ruido. 
Pasa delante mío un cajón, grande. Levanto la vista para ver un pedal que asoma al pie, y un platillo al otro extremo, mirando con atención el cajón se transforma en un parlante.
El flaco que lo lleva está vestido de forma casual, remera y zapatilla, lleva un bolso y arma una especie de batería frente a la puerta del vagón. Todos lo miramos entre el asombro y el espanto. Saluda, y pide permiso para cantar y tocar 'un par de temas'. Reconozco que el pedido de permiso me sorprendió, y me hizo volver la vista que se iba tras las páginas del libro que estaba leyendo; es tan poco común alguien que pide permiso hoy en día.
Tomando el silencio por asentimiento y a aprovechándolo, dijo. —un par de canciones para alegrarnos a noche, y empezarla con una sonrisa. 
Y con el parlante haciendo las veces de parche, los platillos armados como batería y sacando de una caja un par de maracas, amen de una pandereta en el pie que no manejaba el pedal del bombo, toco una excelente versión de Procura, de Chichi Peralta, pero con buena voz. 
Y a continuación otro tema de salsa, de una forma brillante, solamente con percusión. Llegaba a mi estación y no me había dado cuenta, conquistado por la magia que le puso a cada tema, saqué un billete del bolsillo, y lo puse en su bolsa al tiempo que bajaba. Dentro, todavía se escuchaban los ecos del aplauso.



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