jueves, 6 de julio de 2017

Filosofándo con amigos: La Mujer Perfecta



Un día en la vida de todo hombre, este descubre a la Mujer Perfecta.
Ella resulta ser superior a sus sueños, inteligente, divertida, con los ojos brillantes cuando le sonríe, independiente, muy hermosa, emprendedora, seductora, tiene todas las características que el hombre soñó, y algunas que ahora ve que son fundamentales pero que no había tenido en cuenta antes.
Es la personificación de la gracia y la belleza, una diosa en la tierra, encantadora y alegre, hace que todos a su alrededor se encuentren prendados de ella al momento, ningún hombre puede resistirse a mirarla o a acercársele cuando entra a una habitación, bar, cualquier sitio. Magnética en su atractivo, es sencillamente perfecta.

Y entonces, en un caso ejemplo de la imprevisibilidad cósmica, se alinean los planetas, es bisiesto un año impar, el tarot es propicio, y esa Mujer Perfecta nos da bola. Si, si, a nosotros pobres mortales que con todas nuestras virtudes no podemos más darnos cuenta que esto está mas allá de la lógica y la comprensión.
Una de las cosas que la transforman en la Mujer perfecta es, justamente, la posibilidad de tenerla.
Y allí es cuando surge la decisión: ¿qué hacemos? ¿aceptamos salir con ella?  ¿qué hacemos si fehacientemente sabemos que podemos salir con quien es para nosotros la Mujer Perfecta?
Porque sabemos que esa mujer nos va a llevar a vivir en el Paraíso, que va a hacer realidad todos nuestros sueños, pero seguramente no va a durar. La Mujer Perfecta no se queda mucho tiempo con alguien, vive la vida a mil, seduciendo en donde pasa, y buscando siempre lo mejor. Si aceptamos el Paraíso, aceptamos luego el Infierno cuando se vaya y nos deje, sabiendo que nunca más volveremos a ser tan felices como cuando estábamos con ella,  nunca volveremos a sentirnos tan amados, amar tanto, disfrutar tanto, reírnos tanto. Elegirla es saber que vamos a sufrir la peor decepción de su ausencia, el dolor más grande y la más terrible pérdida al dejarnos,  y que nunca nos vamos a recuperar por completo. Si le damos el corazón, no lo vamos a recobrar nunca. 
Nuestra vida se transformará en una perpetua tristeza, recordándonos en cada cosa y momento al amor perdido. Y no tiene cura, porque se trata de la Mujer Perfecta, nadie nunca va a poder ocupar ese lugar.

Ante esa decisión, podríamos decir que no: Negarnos a esa felicidad pasajera que preludia una vida de tristeza. Pero ¿cómo decirle que no? Saber que estuvimos a punto de tener con nosotros a la mujer de nuestros mas imposibles sueños ¿y negarnos? Viviríamos pensando en todo lo que pudo ser y no fue, en un Limbo perpetuo de posibilidades no concretadas. Cualquier mujer que se nos cruce luego, puede ser maravillosa, pero nuestra mente va a decirnos:— Ella no es la Mujer Perfecta. Y pudiste tenerla. Y la dejaste ir.
Ninguna relación posterior puede resistir esa incertidumbre, ese dolor sordo de indecisión. Una negativa nos cierra las puertas del paraíso y no nos deja volver a vivir, tampoco.
Nuestra vida se transformará en una perpetua tristeza, recordándonos en cada cosa y momento al amor perdido. Y no tiene cura, porque se trata de la Mujer Perfecta, nadie nunca va a poder ocupar ese lugar.

Si, el final se repite exactamente igual, cualquiera sea la decisión. Por suerte nunca tenemos la oportunidad de tomarla, ya que no existe esa decisión realmente: Si es la Mujer Perfecta para nosotros, y está interesada, nos tiene. Es inevitable, porque por algo es la Mujer Perfecta. Imposible resistirse.
Y nuestro destino, desde ese momento, está escrito.



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