martes, 4 de julio de 2017

Invasión




Invadieron la Tierra en una tarde. En la mañana llevamos los chicos a la escuela, fuimos a trabajar, tomamos la hora de almuerzo; y de pronto, estaban aquí junto a nosotros.
Armados sobre todo con la sorpresa, pero también con un arsenal incomprensible. No se parecían a los extraterrestres de las películas, con ojos saltones, ni eran seres de luz, ni babosas espaciales... eran indescriptibles y extraños. Tenían colores que el ojo apenas lograba entrever, se deslizaban en el aire como a través de una luz espectroscópica, a saltos, sin solución de continuidad. Los ejércitos de algunos países intentaron una resistencia que no duró mas que un par de mensajes donde se traslucía la histeria. La resistencia duró doce minutos, el tiempo en el que los visitantes mejoraron el concepto de abducción llevándose todas las armas de la tierra. Minutos más tarde nos organizaban sin que nuestros cerebros lograran entender u oponerse, en grupos que se dirigían a unos ¿recintos, huevos, naves, lanzaderas? que nos llevaron en un espacio sin tiempo a un planeta como un jardín del edén. Templado, con montañas y mares. Una fauna desconocida pero al menos algo que nuestros cerebros lograban comenzar a reconocer: — Parece un perro. Eso es como un pájaro, con más de dos alas, pero vuela. Árboles con frutos.
El planeta es vuestro — dijeron al mismo tiempo en todas las lenguas, dentro de nuestros cerebros.
No es nuestra intención hacer daño. Estamos en una guerra contra otra civilización y el planeta 7462, o la Tierra, como ustedes la llaman, posee un mineral para nosotros imprescindible. Por eso nos la quedamos, y le cedemos este planeta que tiene las condiciones aptas para la vida humana, aunque no posee metales. Mucha suerte.
Y sin más desaparecieron, y la humanidad comenzó de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario