miércoles, 3 de enero de 2018

La Orden de la Libélula


Fragmentos encontrados de la parte uno de Las Notas de la Orden, escritas por el sacerdote historiador Bryant Kelly de Damselfly (Gales, 1821 - Buenos Aires, 1879)

Dos libros: uno de hechizos, uno de profecías. 
Están guardados en un lugar secreto, se cree que escondidos en las ruinas de un monumento en algún lugar de Sudamérica.
Los dos libros son custodiados por la Hermandad de la Libélula, integrada sólo por mujeres, estudiosas, brujas, guerreras, místicas. Las llamaron de muchas formas, ellas son viejas, son jóvenes. Son de muchos  países y pocos idiomas: inglés, ruso, japonés, caló, egipcio, chino. Aprendieron otros. 
Las adeptas al culto de la Libélula pueden acceder a los hechizos de una forma que no genera sospechas, y que es fácilmente accesible: Con una clave aprendida en la infancia, consultan en cartas de Tarot las 30 letras de cada encantamiento, y en libros de i-Ching descifran el código de las profecías. El poder de los libros y la secreta invocación previa les aseguran la magia necesaria para obtener el hechizo correcto, la profecía precisa.
Son despreciadas por la Iglesia, y sobre todo temidas. Se entrenan desde niñas, con cuentos, con leyendas, con canciones. Su ceremonia de ingreso a la orden no es conocida más que por las propias adherentes. Pero tienen algo que las identifica: un colgante, un anillo o un tatuaje de libélula. Vanadio, cristal, tinta: Son los materiales mas comunes, pero hay otros que aseguran la comunión con la magia de los libros. Cada material indica una función en la orden. 
Tienen desde hace siglos un Destino en común: Vencer al dios de las mentiras. 

Hoy se reunieron, algo crítico ocurrió. 
Y ahora saben que están muy cerca de perder la batalla.


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