viernes, 12 de octubre de 2018

Distopía


En el el orden perfecto, la colaboración no es una virtud, sino un axioma; el secreto es algo imposible. Entonces ¿cómo fue posible ocultar el hallazgo y el conocimiento que reportaba el mismo? ¿Quién escapó de someterse a Tlön, creando desorden en el propio orden universal?

Era totalmente invisible o acaso, inalcanzable. ¿Cómo fue posible? Utilizaron fuerzas que desconocían, o que nosotros pensamos desconocían. Debió ser magia para El Pueblo, porque la alternativa de que supieran lo que en realidad era la utilización del magnetismo de la tierra de esa forma sólo sería el amanecer de nuestras peores pesadillas. La información se encontró gracias a esas fuerzas innombradas y se transmitió bajo tierra hacia un lugar desconocido. ¿Sabe el propio Tlön cómo lo lograron? Ahora sabemos que está enterrada en alguna parte, puede ser una máquina, un líquido, una vasija con un pergamino oculto dentro de ella, pero el propio hallazgo del conocimiento es el secreto ¿Quién conoce la localización exacta? ¿Quien arañó la piedra con runas que hoy son develadas, que nos muestran el preludio del más profundo misterio? haya sido quien haya sido, ese fue su último mensaje. Una placa de acero, encontrada en la cripta de la excavación arqueológica de la tumba de una civilización que no conocía el acero, mucho menos la comunicación radio magnética, y que informa de otro descubrimiento, acaso mas importante, oculto en un punto sin determinar bajo tierra. Diecisiete kilos de huesos están a su alrededor, alguna vez fueron un cuerpo, el que grabó el acero, el creador de la pesadilla, quizás. Es necesario saber donde re-descubrir el hallazgo, la clave de ese olvidado conocimiento que es una amenaza velada, la X del imaginario mapa que sacude nuestras creencias y nuestro orden establecido. El conocimiento de que no somos quienes creemos ser.



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