viernes, 19 de septiembre de 2025

Acompañante

 


Juan detuvo el camión en la estación de servicio. Dieciocho horas al volante, los párpados pesándole como plomo. Bajó a estirar las piernas, sintiendo cada músculo entumecido.

Al volver a subir, le comentó al playero por la ventanilla:

—Llevo horas manejando, hermano. Y me queda un largo trecho todavía.

El motor rugió al encenderse. El playero se acercó y gritó por sobre el ruido:

—¡Suerte jefe, al menos tiene a esa hermosa mujer en el asiento del acompañante que le ceba mates!

Juan sintió como si le hubieran echado agua helada por la espalda.

Él viajaba solo.

Sus manos se aferraron al volante. No se atrevió a mirar hacia el asiento de al lado. El sueño se le había esfumado por completo.

El camión se perdió en la oscuridad de la ruta, llevando a Juan... y a quien fuera que lo acompañaba en silencio.



(Gracias Juan por la idea para el cuento!)

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