lunes, 17 de octubre de 2016

Ikigai




Ikigai (生き甲斐, pronunciado ikiɡai)  es un concepto japonés que significa "la razón de vivir" o "la razón de ser". Todo el mundo, de acuerdo con la cultura japonesa, tiene un ikigai. Encontrarlo requiere de una búsqueda en uno mismo, profunda y a menudo prolongada.
https://es.wikipedia.org/wiki/Ikigai


¿Adónde vas cuando los días no tienen colores?, dice una letra de El Bordo.
Y muchas veces nos ocurre esto que algunos le llaman depresión si quieren aplicar un termino psicológico, pero en realidad puede ser que falte una razón de vivir. Un objetivo, una meta, un sueño, una esperanza, un proyecto... mil formas de llamar a un faltante en nuestra alma.
Esa razón de vivir, ese concepto, en japonés se expresa como ikigai, la razón de vivir o la razón de ser. Lo que nos motiva a avanzar, lo que nos potencia, lo que nos hace dar pelea. Según Wikipedia y un par de fuentes consultadas, nos dice que "el término ikigai se compone de dos palabras japonesas: iki (生き?), que se refiere a la vida, y kai (甲斐?), que aproximadamente significa la realización de lo que uno espera y desea. No deja mucho para agregar, los deseos de nuestra vida, las motivaciones son nuestra razón de vivir.
En Okinawa, lo expresan un poco diferente, como: "Tener un motivo por el cual levantarse todas las mañanas". Me quedo con esa definición, cuando un sábado no sabemos para qué tenemos que levantarnos de la cama, cuando nos cuestionamos para qué seguir peleándola, pera qué levantarse si estamos vacíos. 
Nuestra razón de vivir es la que nos mueve.
Necesitamos un objetivo, armar metas a corto plazo está perfecto, pero necesitamos uno, dos o varios objetivos finales en nuestra vida. En general es un sólo objetivo, y se puede resumir en una palabra. Hace tiempo en un curso cuando se hablaba de metas y objetivos contaban el ejemplo de una persona  que al preguntarle enunciaba como meta trabajar hasta poder reunir un cierto capital, para poder viajar a Brasil y comprar / poner un bar en la costa en el cual trabajar mas relajado, y tener una cabaña junto al mar. El puesto y la cabaña eran sus objetivos finales. Al preguntarle que le motivaba a eso, surgía que deseaba estar tranquilo, sin los amontonamientos de viajar en el subterráneo y colectivo, sin las restricciones de un horario de trabajo, sin pasar cuentas de alquileres y tener tiempo para disfrutar un atardecer. Su meta era el bar en la playa, pero no era el objetivo. El objetivo, lo que buscaba, era libertad. O tranquilidad. Su razón de vivir, su razón de ser, era ser libre.
Tengamos metas —que son pasos, y tienen tiempos previstos—, para poder llegar a nuestros objetivos,  a nuestra razón de ser. 
Como ejercicio, te propongo que elijas dos objetivos en tu vida. Uno, seguramente, o ambos, sean tu ikigai. Luego es tiempo de escribir las metas o los pasos estimando un  tiempo de cumplimiento, para llegar a ellos. Ese es el camino: que lo urgente no tape lo importante, como dice el dicho popular. Conoce tu ikigai, conócete a vos mismo, y vas a estar en camino de lograrlo.




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