domingo, 27 de marzo de 2016

Buenos Aires 2054



Camino por la calle. Nada cambió desde hace algunos años, bueno, casi nada. Hoy las grandes corporaciones son del país, o más bien el país es el mismo de las grandes corporaciones. ¿Cómo?: Argentina es ahora colonia, un estado más de Estados Unidos. Ni siquiera se molestaron en mantenernos con el seudónimo de “Potencia asociada”, total, ¿para qué?, ya todos sabíamos la verdad. 
La época de los desórdenes —tal como ahora se llama a los primeros años del milenio—  hundió al país en una deuda impagable desde mucho tiempo atrás, pero para qué hacer memoria: Estamos casi como antes. Los mismos Mc Donald’s en los mismos lugares, los mismos hipermercados —excepto Coto, que fue vendido—, los mismos carteles en inglés, las mismas grandes empresas en el país. Ahora los teléfonos,  trenes y subterráneos son de empresas de Estados Unidos, pero ¿qué diferencia hay?, un poco más de seguridad, quizás. De todas maneras siguen los asaltos, los chicos que roban las cadenitas y celulares en los colectivos en Nazca y Av. Rivadavia, y bajan  y  salen corriendo; los cortes de los bolsos en los colectivos (aunque hoy se los llama buses), los robos de carteras y billeteras en el subterráneo (subway?). Aún es inseguro salir de noche. Solamente hay más plazas con rejas, como si encarcelar a los árboles y no a los ladrones lograra bajar la delincuencia. Menos policías y penas más severas, pero pocas se cumplen. Cómo antes.
Camino por las viejas veredas de Buenos Aires. Las calles están asfaltadas, parecen autopistas, pero las veredas siguen rotas. Pleno centro, llegando ya al Obelisco, por la 4 de Julio. Bueno, algunas calles cambiaron de nombre, era de esperar. Las cosas tienden a modificarse empezando por el idioma. Después de todo, la conquista fue más cultural que económica, ni siquiera hubo violencia militar. Empobrecimiento, malos gobiernos, un intento de mejorar en el 2016, el golpe de los que se les acabó la joda, los robos planificados en los supermercados, las 'asambleas' en las plazas, para incitar a la gente a la violencia, un cambio a un gobierno 'popular', mas pobreza, mas malos gobiernos, hambre. Y del otro lado  las luces de lo que mostraba un gran país, triunfador, estable, distinto al nuestro. Una buena campaña de propaganda final, y después de derrocar al último presidente, la gente  en la calle quemando lo poco que quedaba por quemar, marchando en protestas por Av. de Mayo, reuniéndose en grupos, cada vez mayores, frente a las embajadas, frente a esa embajada, agrupándose frente al Congreso, reuniéndose en Plaza de Mayo (hoy plaza Washington), y de pronto esos tipos repartiendo banderitas que tenían estrellas en lugar de un sol. Y entonces las barras encerraron el cielo, las mismas estrellas eclipsaron el sol. El pueblo —una masa amorfa, sin mente, sólo propaganda—, el propio pueblo lo pidió. Hoy tenemos un Gobernador. Pero poco ha cambiado. 
El inglés es ahora idioma obligatorio en las escuelas, pero diplomáticamente permiten el castellano. No es cuestión de alterar los ánimos y que la gente recuerde lo que perdió. Porque perdió la identidad. De a poco, todos los chicos se acostumbran a hablar y pensar en inglés, los negocios se hacen —cómo antes, cómo siempre—  en inglés, pero ahora también se lo escucha en las verdulerías. Las que aún subsisten, lejos de los hipermercados. En una generación más no se va a escuchar nuevamente un "Te Amo", así, en castellano. Suena distinto de otra forma.
Algunas cosas parecen mejorar. Parecen. Hay más empleos. Las grandes empresas regresaron, la mano de obra es barata ahora, miramos con envidia los sueldos de Brasil. Ellos si son Potencia asociada, y aún tienen un presidente propio. Hay más trabajo, pero aún hay hambre. Es que ahora trabajamos para otros, no para nosotros. La libre empresa fue suprimida,   no por  ningún decreto ya no hacen falta, solamente es que no pudieron competir. Ahora somos todos mano de obra barata. El MERCOSUR se fraccionó, se quebró, y fue absorbido por el NAFTA. Ahora queda bien claro por qué los norteamericanos se llamaban a si mismo solamente americanos. De alguna forma ya obtuvieron toda América, económicamente, y ahora una nueva campaña de propaganda las va a dar el control político de los que aún quedan  para legalizar la situación. Está comenzando en nuestros países limítrofes. De hecho, ahora Argentina es sólo propaganda. esperemos que exitosa, no lo sé, no lo veo.
Algunas cosas sí cambiaron: Con el apoyo de más dinero en investigación, al final se descubrió la vacuna contra el SIDA, el cáncer ahora puede ser controlado –aunque no curado- y solamente en casos muy aislados aún es mortal:Estados  Unidos obtuvo tres premios Nóbel en medicina en tres años. Solamente uno estudió en Chicago, los otros son de la Universidad de Buenos Aires. También ganaron (¿ganamos?) el mismo año el premio Nóbel de Literatura —con un libro editado en Nueva York, de un escritor cordobés—  y el Premio Cervantes. Este año Estados Unidos salió campeón en el Mundial de fútbol. En la foto que dio la vuelta al mundo, el pibe que levanta la copa, festejando en inglés, nació en Paternal, un barrio de la ex Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Bueno, ahora el viejo barrio tampoco se llama así. Los barrios van cambiando de nombre. Barrio Norte fue el primero en cambiar, y sorprendentemente aún mantiene el nombre Palermo, pero no la memoria de viejos tangos. Flores y Floresta ahora son uno: No encontraron traducción para Floresta, parece. Flowers neighborhood. ¿No era mejor como estaba?. Peor fue para barrios como Villa Soldati, Barracas, La Boca. Demolieron y sacaron a la gente. Edificaron de nuevo. Ahora la Bombonera es un shopping. Supongo que gracias al nombre, se salvó la cancha de River Plate. En Lugano tiraron los edificios y construyeron rascacielos. Y un cementerio. Ni los viejos cementerios se salvaron: El de Recoleta lo transformaron en un parque, con lagos y fuentes. Los antiguos próceres y presidentes, los nombres ilustres, desaparecieron también. Aún se puede descubrir algunas viejas estatuas entre los canteros de flores, llorando sin pena con lágrimas de piedra.
Me siento en un bar  —ya van quedando pocos, pero algunos resisten—, el café ahora es nacional, al menos. La agricultura creció. En el campo es en el único lugar que la gente come como antes, pero últimamente escasean los asados o barbacoas. Las penas y el hambre son de nosotros, como decía la canción, y las vaquitas son ajenas.
Hace años nos sentíamos libres, luchábamos por una Argentina con futuro... ¿qué nos pasó? ¿nos olvidamos de ser un país, faltó la fe, faltó el esfuerzo, faltó dirección? Tuvimos miedo de creer en nosotros mismos. Tal vez eso. 
Well, good bye. 




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