lunes, 18 de abril de 2016

Soñé



Me dormí a las 0 hs, tratando de irme a dormir a las 23, un salto de tiempo entre que terminó la serie, leí los últimos mails, miré un blog, actualicé un hilo, leí unas lineas del libro que estoy releyendo y me logré acostar, finalmente. Como siempre, apoyé la cabeza en la almohada, conté en forma regresiva desde 10 hasta 0 y... llegué a cero. Raro. Nunca recuerdo en que número me duermo, es como una especie a autohipnosis extremadamente efectiva, empiezo a contar y me despierta el despertador a la mañana siguiente. Ayer no, llegué a cero y empecé nuevamente la cuenta. Eso tendría que haberme alertado que no iba a ser una noche como cualquiera. 
Di varias vueltas y me dormí. Estaba mentalmente cansado, o preocupado, o ambas cosas. Soñe con un tigre que hablaba, no recuerdo que decía. 
Mucho menos recuerdo que era lo que yo le contestaba.
Pero eso me despertó a los pocos minutos de haberme dormido. Miré la hora en el despertador: una hora y minutos roja como ojos diabólicos en medio de la oscuridad de la noche. Y sí, el despertador es uno de los inventos mas diabólicos que existen, sin dudas. Volví a dormirme.
Soñé integrar un grupo de ¿ladrones? no se, algunos eran excompañeros de trabajo, no se bien que era el grupo si lo integraba o intentaba escapar, una casa vieja de techo bajo, plano, la veía desde una vista isométrica, paredes blancas, una ventana sin rejas, una habitación vacía adentro  y un patio o terraza de baldosas rojas y blancas, rotas algunas. Saltaba por la ventana convertido en un ratón corriendo por el patio a un rincón  en que se veía una sombra o una grieta. Algo o alguien me perseguía. Me desperté sobresaltado, como si me hubieran agarrado en sueños. 
Apenas pasaban de las 3 de la mañana,  al oscuridad atenuada por el brillo de las luces de la calle muy abajo. Me duermo de inmediato.
Soñe con un regreso, volvía pero su cara seguía seria, sin su sonrisa, sin el brillo de sus ojos. Me miraba sin verme. Abrí los ojos, hacía frio, o yo tenía helada el alma. Las 5 de la mañana. Giro una y otra vez, me levanto, tomo agua, vuelvo a acostarme. Cambié la almohada y cerré los ojos. 
Soñe con un viaje, un vuelo, sin avión ni motores. Soñé la llegada en que entré volando por una ventana, un Peter Pan sin aeropuertos ni pistas de aterrizaje. Soñé un abrazo y una mirada, tu perfume en el momento que te acercaste y entonces...
El demoníaco despertador sonó sacándome del sueño en el mejor momento. ¡Lo odio, juro que lo odio!


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