martes, 28 de julio de 2015

Permiso de volar


Corría por el pasillo.
Uno de los Grandes Sabios Creadores se apresuraba hacia el visualizador: En un tiempo  cercano, un tal Leonardo había descubierto la mecánica del vuelo, y eso era su campo. De la máquina del tiempo que habían construido una vez, con tan peligrosos resultados, se había logrado derivar el Visualizador: una pantalla que se podía enfocar en cualquier momento del tiempo. Y muchas veces los grandes sabios recorrían la historia en busca de nuevas ideas. Este sabio ya había descubierto la antigravedad y el motor de fisión, pero nada era comparable a volar como los pájaros. Sus compañeros se quejaban de que sus papeles siempre les llegaban cubiertos de mijo, cuando no otras sustancias.
Hacía cierto tiempo el autogiro parecía prometedor, pero ¡volar como los pájaros! el sueño de su vida.
Y es que este Sabio tenía un sueño secreto, además del conocido: quería volar para llegar a un lugar lejano, en donde se encontraba una persona especial. Aún no entendía bien la mecánica del corazón, pero era alguien que cuando estaban juntos hacía que el sol tuviera mas luz, y la luna más brillo. Alguien en quien pensaba en las noches despierto y en quien soñaba de día.
Pero vivía tan lejos que era imposible encontrarse, él soñaba con llegar y abrazarla, perderse en sus ojos, vivir su sonrisa y  -y esto se contaba como su mas profundo deseo- robarle un beso. Profundo y largo como el mar y el cielo.
Pero para eso necesitaba volar, y aún sin conocer el concepto de poesía (que todavía no había sido descubierto) entendía que llegar de pronto en medio de la tecnología de un motor de fisión no era lo que deseaba, deseaba extender los brazos y llegar volando, de la misma manera que deseaba extender los brazos y abrazarla.
Puede que hubiera confundido los conceptos, en los que  volar era un sueño,  para volar hacia su sueño.
Y es que en las oficinas de los sabios, no tenía la libertad de irse, de viajar. Tenía responsabilidades, obligaciones. Una jaula que lo encerraba. Por eso no se iba: No tenía permiso de volar. 
Pero dejémoslo tranquilo: sabemos que en algún momento, Leonardo lo va a resolver, el vuelo será posible y las respuestas van a aparecer para que el Sabio tenga -finalmente, felizmente-  permiso de volar. 
O permiso de soñar que en este caso, es lo mismo.

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