martes, 7 de julio de 2015

Puente sobre aguas turbulentas


Semana complicada. Me alteraron los ruidos, una representación visible –o audible, en este caso – de mi malestar interno. Y fue una semana como cualquiera, pero la viví a las corridas, en caos constante, nervioso, enojado, me sentía bajo presión en el trabajo, cuando o hubo ni un poco de presión pese al crecer de pendientes en los proyectos. Pendiente también de ir al dentista, que me altera los nervios, y era en el  plazo de una semana, que sumó inquietud a la ‘futura tortura’. Alguna vez leí o escuché que lo peor de los condenados a muerte era el pasillo, los días previos, los minutos previos. Hace un rato que fui y claramente salió todo bien. Pero estuve toda la semana desbalanceado. Desde mi cumpleaños o tal vez incluso un poco antes. Pensando y recordando cosas, cada vez que pasaba por algún lugar era un recuerdo, cada mensaje que me enviaba era una necesidad de hablar, de estar con ella, ellas; esperando que recordara (/n) mi cumpleaños, que me recordaran. La charla en que me arrojé al volcán, sabiendo que me quemaba, una y otra vez. No hay un tsunami  de lágrimas que pueda apagar sus llamas, la fascinación de su fuego.
Está claro que me desordené.  Entré en caos.
Y de pronto salir del dentista, el viaje largo y vacío, la casa sin vida, la falta de entusiasmo a nada. Y me esfuerzo: elijo algo de comer ordeno los muebles, lavo los platos, pongo música, veo el tema en youtube, dentro de los recomendados para mí: Simon and Garfunkel - Bridge Over Troubled Water. Y entendí
Y recordé en el ojo  de mi huracán mental, esos mensajes, esa charla, ese rayito de sol que apartaba las nubes.
Ahora es momento de re ordenarme, centrarme. Re ubicar mis objetivos. Lo que se desea se consigue con trabajo, y enfocado.
Los sueños  van parejos con los logros, a más logros, mas posibilidad de soñar. Y de cumplir los deseos.
De nuevo en pie. ¡Adelante!
(y no olvidarse de dar las gracias)

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