lunes, 20 de junio de 2016

Dos dioses



En la ciudad convivían dos pueblos que habían llegado del desierto hace mucho tiempo, en la ciudad había dos templos.
Cada templo dedicado a un dios distinto. Dos religiones, dos dioses que se pensaba simbolizaban lo mismo.
Eran los dioses de los recuerdos futuros. Ambos tenían sus sacerdotes: en uno una sacerdotisa pronosticaba el futuro entre los vapores del vino, luego de bacanales y orgías, hablando en sueños cuando caía su cuerpo sudoroso y lubrico,  agotada por el sexo y el alcohol.
En el otro templo apenas sobrevivía un sacerdote joven, asceta, resistiendo entre la vida y la muerte por falta de alimentos y en el delirio producto de humo de hierbas, con el cuerpo sufriente de hambre y de sed, daba sus vaticinios entre alucinaciones.
Ambos acertaban. En la ciudad había quienes creían que pudiera ser el mismo dios, conocidos por dos diferentes pueblos con dos nombres distintos, que finalmente significaban lo mismo. Los dioses les hablaban al oído a sus sacerdotes y compartían el porvenir con ellos.

Pero no eran el mismo dios. Uno de ellos, cuyo verdadero nombre no podía ser pronunciado por hombres mortales, era el dios del Destino inapelable. Sus decisiones eran siempre ciertas e inmutables.
El otro dios tenía un nombre que se componía por sólo tres letras, pero que nunca había sido pronunciado, ni por hombres, ni por bestias, ni por dioses, ni aún por él mismo. Era el dios del Futuro incierto. Sus mensajes de futuro eran correctos, pero podían ser cambiados por hombres o mujeres con el coraje suficiente. Pese a estos sus premoniciones siempre o casi siempre se cumplían, porque no quedan muchas de estas personas. Algunos lo conocían como Azar, bastante cerca de su nombre verdadero.
Para sus creyentes, cada dios decía la verdad absoluta.
¿Se puede decir cuál dios era el más necesario? Uno daba la mas alta probabilidad de un futuro que puedía ser cambiado, que nos permite una acción; El otro que daba un futuro exacto. ¿Qué hace la predicción más útil?
La tensión era tangible entre los pueblos,se rompían acuerdos, hubo premonicione de lucha. Y estas no podían ser sino ciertas, dichas por ambos dioses. Lucharon los pueblos, lucharon por la verdad de sus creencias. Unos convencidos ya que sus profecías se cumplían siempre; los otros no tan seguros, desde que los héroes que habían cambiado el futuro en el pasado les hacían dudar de su presente.
El templo del dios del Futuro incierto fue arrasado, sus paredes demolidas, apenas dejaron algunas columnas de pie, sus estatuas rotas,  sus sacerdotes mancillados y usados como holocausto. 
Y el futuro quedó escrito. 




— Relatos de la biblioteca

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