Eran gemelos con diferencia de unos años, eran gemelos de padres distintos. Almas gemelas de la vida, habían pasado casi los mismos miedos, ambos los estaban venciendo; les gustaban casi las mismas cosas, tenían mucho que compartir. Habían sufrido las mismas desilusiones, conocido el verdadero amor, perdido el verdadero amor, o lo que ambos pensaban que lo era. Habían vivido mas o menos la misma vida hasta que la propia vida los arrojó a encontrarse por casualidad, frente a frente. Tenían tanto en común, que el contacto fue inmediato y evidente. Los dos reconocían un tipo de persona afín, y eso los acercaba; los dos arrastraban miedos que los alejaban y les impedían creer, o jugarse.
Hablaron. se contaron a vida en una tarde, en muchas tardes; en algún evento, con algún helado; caminando y sentados en una plaza. Llenaron el espacio de palabras como una armadura. Porque la verdadera prueba, que ambos sabían, era poder quedarse en silencio mirándose a los ojos.
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