martes, 10 de marzo de 2015

Boxeador



Quinto round, sangre en el ojo, la mano entumecida, pero la mente aún fría y alerta. Los brazos pesan, salimos del rincón, alta la guardia y con la seguridad de que ya no ponemos la otra mejilla. Los golpes no se hacen esperar...

Fueron muchas peleas, algunas victorias de fábula, muchas derrotas. Tuvimos de todo en muchos años, y peleamos desde encuentros en los que el ring era más chico que nuestro gimnasio, hasta llegar al Madison Square Garden de nuestros sueños. Perdimos, y también ganamos. A veces. Hoy quedan los recuerdos de golpes, algunos daños graves, un par de heridas incurables. Y el saber que supimos estar bien arriba, que llegamos alto, aunque no queda claro si es un recuerdo que dé la fuerza al deseo de volver a llegar o un recuerdo inalcanzable.
Y después de cada derrota grave, bajamos del ring con tristeza, a veces con la cabeza baja, por no haber hecho lo suficiente, otras la frente en alto, porque se dio lo mas que se podía y se peleó con honor. Hubo victorias pírricas y una derrota innoble, en que nos faltamos al respeto a nosotros mismos al intentar ganar. Por supuesto, no se pudo, no eran nuestras armas. Se perdió con deshonor. En cada derrota se aprendió con la experiencia, recibiendo los golpes. Es la forma en que mas veces aprendemos, la verdad no está en los libros o las palabras. Ni en la victoria.
Tuvimos nuestro gran momento, entre otros buenos momentos. Habíamos llegado a la pelea por el título y ese día nos bajaron en camilla. Y aún queríamos seguir peleándola.

Nunca, jamás había ocurrido, ni seguramente volverá a pasar, hoy somos mas duros, y ahora también sabemos cuando es necesario retirarse. El sueño terminó en un knock out en que estuvimos meses internados, y quedaron las peores heridas, que se vendaron pero nunca se terminaran de curar. Estuvimos tan cerca...

Quinto, sexto... no sé en que round estamos ya en esta pelea, son muchos más creo. La vida y el amor son los adversarios en cada pelea y cada tanto, ganamos una vuelta, rescatamos un punto cuando suena la campana. Y bajamos con una sonrisa. Falta para el título, no es el momento de la pelea final, nos falta la motivación. Pero seguimos subiendo al ring, seguimos peleando. Resilentes a la derrota, al dolor, a la adversidad, a los sueños rotos, caemos pero no bajamos los brazos, nos adaptamos, nos fortalecemos, con la guardia aún arriba seguimos adelante, golpe a golpe, sin perder de vista la meta.

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