viernes, 10 de abril de 2015

Y un abrazo tuyo no me vendría nada mal


Delgada.
Es lo primero que recuerdo al oír tu nombre.
O el flequillo, o el pelo largo que ya no está.
Después tus ojos grandes para tu cara fina, tu boca seria, que te ilumina en las escasas sonrisas, que me hacen entender por qué tantas cosas.
Mil charlas de las que recuerdo tan bien una charla. O dos. O tres.
Dos viajes. Un viaje.
Muchos cafés.
Una respuesta.
Dos abrazos (ningún abrazo es tan perfecto como el tuyo). Un abrazo futuro. 
Es imposible minimizarte en números.
Porque sabés ser todo.

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